Libertad de expresión

Con este «sugerente» título abro un tema que se ha propuesto para debate en el grupo universitario dedicado a esto mismo. Me habría gustado darle algún tipo de retoque gótico pero creo que un nombre claro y conciso hará que más gente entre y participe (QUE ES EL OBJETIVO DE ESTE POST, POR CIERTO).

Bueno, creo que no hace falta que suelte mucha tinta sobre qué es la libertad de expresión porque todos conocemos el tema, así que sólo os dejaré unas pregutnas para que podáis orientar vuestros discursos. ¿Debemos poner límites a la libertad de expresión? ¿Dónde empieza y dónde acaba la libertad de cada uno? ¿Debemos tolerar cosas como «hay que matar a todos los negros», «todos los de tal país son unos malnacidos», etc.?

Bueno, un servidor se posiciona a favor de la total libertad en el habla. Creo que todos podemos decir lo que nos parezca porque restringir unas ideas es una forma de la censura más inflexible y una imposición de ideas que se da negando ciertas manifestaicones.

Antes de continuar, querría decir algo que siempre ha de ir en primer lugar, aunque aquí otras cosas hayan robado ese puesto. La cuestión es que «libertad» no significa otra cosa más que, según la RAE, que es la máxima autoridad en temas lingüísticos, pintora de la realidad de la lengua, «facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos», es decir, «hacer lo que a uno le dé la santa y real gana», por así decirlo. La verdad es que ya no voy a entrar a valorar si está bien o mal decir X o Y. Lo que pretendo es defender el correcto uso casi, porque si la libertad no tiene más límites que los naturales impuestos en cada especie o en cada actividad, no tiene sentido ponerlos. Con eso sólo se consigue una contradicción: una libertad cercada.

En otro orden de cosas, me parece que cada uno debe ser capaz de decidir en qué medida nos afectarán los comentarios. Si yo a X le llamo «hijo de puta» y él pasa del tema, el hecho queda en el olvido; ¿pero qué ocurre si X se ofende? Podría montar un gran escándalo. ¿Tendría el «afectado» el derecho de pedir cuentas? Desde luego que no. Él es el que valora la medida en la que quiere que le afecte. Si yo soy aquel negrito del África tropical que cultivando cantaba la canción del Cola-Cao y me voy «pa'» España, por ejemplo, y allí van y me llaman «negrata de mierda», yo decido si quiero que esas palabras abran una llaga en el corazón o me sirvan para limpiarme el sobaco.

Y es que la libertad es una cosa de ésas que piden extremos: o todo o nada, y a quien no le guste, que no mire, pero negará la verdad. ¿Está bien el disponer de la libertad? ¿Debemos de verdad restringir ese poder, esa potestad? Ay, amigos, esos temas abren mundos enteros. Eso sí, si va hablarse de una libertad limitada artificialmente, habrá que inventar otra palabra (yo gusto de usar «derecho», que me parece el vocablo fetén para describir una libertad limitada aritificialmente, valga la redundancia), ya que la libertad es per se absoluta e inevitablemente absoluta, inevitable e imparable.

En conclusión, libertad, ¿sí? Al menos libertad libre. Una lengua adquiere palabras graicas al uso de las mismas, ergo callarse es renegar la lengua y hacer que se dé al olvido. Yo abogo por que podamos ser capaces de expresar todo lo que queramos, ya que tenemos esa capacidad. Además, está claro que a todos nos molesta algo. ¿Debéis guardar silencio porque ciertas cosas que decís pueden llegar a molestar? En ese caso, queridos míos, el Sr. Jon de Urbina impartiría y cobraría una clase menos.